martes, 13 de diciembre de 2016

Relato: La vuelta

No es un relato, es el comienzo de una pequeña historia que estoy haciendo, ¡espero que os guste!


Con un suspiro de cansancio, me levanto del mullido sillón. Cojo mi equipaje del estante superior del avión y me dispongo a salir de este. Al bajar la escalerilla que conduce a la pista, me estremezco al  notar la ráfaga de aire fresco en mi piel. Inspiro profundamente y me doy cuenta de que no he echado nada de menos esto. 
Con pasos de plomo camino hacia la salida, donde veo a mi padre apoyado en su todoterreno. Al verme, inclina la cabeza y corre a abrazarme. Me estrecha entre sus brazos por un largo rato, hasta que yo me aparto cohibida. Me dice lo mucho que he cambiado y yo, azorada, le recuerdo que nos vimos el verano pasado, cuando vino a verme junto a Daisy.
Nos metemos en el coche y emprendemos la vuelta a casa. Dejamos atrás la bulliciosa ciudad de Minneapolis y nos adentramos cada vez más en los densos bosques del norte de los Estados Unidos. El coche asciende por la cuesta cada vez más y más rápido. Al llegar a la cima toma una bifurcación y nos adentramos en el municipio de Linwood, mi ciudad natal.
El coche por fin se detiene frente a una casa adoquinada familiar. Me apeo de un salto y echo a correr hacia la puerta con mi padre pisándome los talones. Mete la llave en la cerradura y abre la puerta. Entro como una exhalación y espero a que mi hermana baje corriendo las escaleras y salte a mis brazos, que me rodee con sus piernas y se ría de mis pómulos marcados a la vez que yo de sus rellenas mejillas.
- No está aquí, - explica papá - ha ido con su amiga Jenny.
- Ah, pues nada. Voy a descansar un rato. 
- Claro, tu habitación está donde siempre, por cierto, ¡ya han llegado las cajas con tus pertenencias!
Apesadumbrada le doy una sonrisa de boca cerrada y me dirijo escaleras arriba. Abro la puerta con una L pintada en dorado y entro en mi habitación. Poco me importa que sea infantil, con las paredes de un tono lavanda y la cama llena de ositos de peluche. Cierro las persianas y me dejo caer en el catre, lista para echar una cabezadita. 

Horas después me levanto al sentir risas. Aún desorientada, me incorporo e intento despejarme un poco. Me dirijo a la ventana y abro las persianas. Me encaramo al exterior y miro a través del cristal, pero para mi sorpresa solo veo la ventana de la casa de al lado. Y en el interior, a una chica en los brazos de un chico, ambos unidos en un beso apasionado. Y cuando la chica desaparece de la escena y yo ya estoy dispuesta a apartar la vista y retirarme, el chico levanta la cabeza y sus ojos se clavan en los míos. Dos esferas de hielo me dejan clavada en mi sitio. Reconocería esa mirada en cualquier lugar y en cualquier situación...
¿Ese chico era Travis?

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