domingo, 24 de enero de 2016

Adiós, Melissa


Miguel con el corazón en el puño y la respiración entrecortada se despertó. Apoyó la espalda en el cabezal de su cama e intentó relajar su corazón, el cual latía desbocado. Se jaló violentamente del pelo y maldijo interiormente.

Al tranquilizarse un poco, se vistió, se montó en su bicicleta y puso rumbo al cementerio.

Al llegar, empujó la verja de metal oxidado y se coló al interior. Las malas hierbas crecían por todas partes, tapando las lápidas. Con el paso del tiempo, y las condiciones meteorológicas las inscripciones se habían ido gastando, y ya casi no se podían leer. Pero esto no pasaba en la de ella, aún no, era demasiado reciente.

Se dejó caer enfrente de la tumba y depositó un ramo de flores junto a los ya existentes.

Aún no se lo creía, todo había ocurrido tan rápido. Aún recordaba esa llamada en la que le informaban de su muerte, como había dejado caer el móvil al suelo y había salido corriendo de casa, como había corrido bajo los balcones resguardándose de la lluvia, como había llorado al ver su cadáver tapado con una sábana blanca en una triste habitación de hospital. Al haberla visto en su ataúd, su cuerpo blanco sin vida. Como había sido sepultada bajo tierra.

Se llevó las manos inconscientemente al rostro y notó el rastro de las lágrimas bajo las palmas de sus manos.

Miguel contempló el fondo de pantalla de su teléfono móvil, salía Melissa, sonriente, con la nariz manchada de chocolate y los ojos brillantes.

Ese sería el recuerdo que quedaría de Melissa, el de una chica de 20 años de edad, siempre feliz, abnegada, inteligente y temeraria. Pero para él, ella era mucho más que eso, ella había sido su mejor amiga, su roca, ella siempre había estado allí para él, y ahora ya no la volvería a ver, y todo… Todo por su culpa.

Un frío helado le rodeó, un frío familiar, ese frío que le visitaba todas las noches.

Miguel levantó la vista y la vio allí, sentada en su propia lápida, mirándole con sus ojos verdes, y con el pelo rojo enmarcándole el rostro.

- Hola

Ella no le culpaba de nada, pero él tenía la culpa. Si no hubieran discutido por esa estupidez, ella no se habría enfadado y no habría cogido el coche, con las lágrimas empañándole la vista, con las gotas chocando contra el parabrisas, el coche no habría patinado por la carretera y ella no habría perdido la vida en ese coche abandonado en la cuneta.

- ¿Estás bien? – Melissa se acercó, y preocupada apoyó una mano en su hombro.

- No, no estoy bien. ¿No lo entiendes? ¡Para ya! No quiero que vuelvas a visitarme.

- Pero…

- No hay peros, ¡estás muerta, Melissa! – Gritó, la ira bullía en él, ira contra sí mismo, por no poder haber hecho nada.

- ¡No estoy muerta! – Indignación llenó su voz.

-¿Ah no?

- ¡No! Mira… - Melissa se recogió el pelo con una goma y se sacó el jersey. - ¿Ves? Puedo recogerme el pelo y vestirme.

- Intenta coger ese ramo de flores, inténtalo Melissa.

Melissa se levantó, y decidida se agachó e intento agarrar el ramo, pero su mano lo traspasó sin tan solo moverlo. Melissa observó su extremidad asombrada y volvió a probarlo, una y otra vez, aún sin creerlo.

- ¡Para ya, estás muerta! Vete y no vuelvas nunca más.

Melissa levantó la vista, dejó caer la mano y se acercó a él, se quitó el reloj y se lo dio. Ella se despidió con la mano y desapareció bajo su propia tumba.

Miguel sujetando con fuerza el reloj se montó en la bicicleta.

Pedaleó y pedaleó, alejándose cada vez más del cementerio, de Melissa.





Anna Arias Hernàndez






6 comentarios:

  1. Woah! Que buen relato. Me ha encantado, gracias por compartirlo :).


    ¡Un beso!

    Saludos desde Pasando Página: http://lephpasapagina.blogspot.mx/

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  2. Madre mía, es la primera vez que leo un relato tan corto y con una idea principal tan sencilla y has conseguido transportarme al lugar donde se desarrollaba el relato.
    Te propongo seguir escribiendo relatos más largos y más frecuentemente ya que eso te vendría bien tanto a ti a modo de seguir mejorando como a mi de leerte.

    Lo único que no me ha convencido es el párrafo desde: si no hubieramos discutido hasta la cuneta, ese pequeño párrafo me chirría un poco, no el contenido, sino cómo lo expresas.
    Por lo demás, tu forma de escribir, de desarrollar la trama, y de transportar al lector al sitio y al momento a mi me han dejado gratamente maravillada.

    Si alguna vez quieres escribir algo más serio, como una novela o algo por el estilo, te invito a que me invites (^ω^) y ayudarte en todos los sentidos.

    Como he dicho antes, ¡más relatos!
    Espero seguir en contacto.
    Saludos,
    Blanca❤

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    Respuestas
    1. ¡Muchas gracias!La verdad es que no he pensado en escribir historias largas, pero tengo muchas cortas. Y lo de la novela como que aún no, ya que tengo 13 años y tengo tiempo de sobras. Un besazo y gracias por tu opinión!!

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  3. Madre mía, es la primera vez que leo un relato tan corto y con una idea principal tan sencilla y has conseguido transportarme al lugar donde se desarrollaba el relato.
    Te propongo seguir escribiendo relatos más largos y más frecuentemente ya que eso te vendría bien tanto a ti a modo de seguir mejorando como a mi de leerte.

    Lo único que no me ha convencido es el párrafo desde: si no hubieramos discutido hasta la cuneta, ese pequeño párrafo me chirría un poco, no el contenido, sino cómo lo expresas.
    Por lo demás, tu forma de escribir, de desarrollar la trama, y de transportar al lector al sitio y al momento a mi me han dejado gratamente maravillada.

    Si alguna vez quieres escribir algo más serio, como una novela o algo por el estilo, te invito a que me invites (^ω^) y ayudarte en todos los sentidos.

    Como he dicho antes, ¡más relatos!
    Espero seguir en contacto.
    Saludos,
    Blanca❤

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  4. Que bello ♥
    Debes seguir escribiendo, de verdad es...no sé, es como ser tú la que lo está viviendo :3

    ¡Un beso!

    Saludos desde Pasando Página: http://lephpasapagina.blogspot.mx/ 

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