martes, 6 de diciembre de 2016

Relato: Enero



La música retumbaba en mis oídos. Empezaba a sentirme mal, y para colmo, había perdido de vista a María y a Ivana. Me terminé el líquido de mi vaso y eché a andar por el establecimiento. Iba con la vista clavada al suelo, con cuidado de no pisar cristales rotos. Aun así vi muchos matasuegras y guirnaldas. Y es que… ya era año nuevo. Pensando en eso, saqué el móvil del bolso y mandé un mensaje de felicitación a mi grupo familiar. Me sabía mal no haber podido estar con ellos, pero ahora que ya era mayor de edad debía aprovechar mi libertad, ¿no?

   - Menos mal que te encuentro, – gritó María apareciendo a mi lado – Ivana se pensaba que te habías ido.
Echamos a andar hacia una plataforma, subimos a ella y nos dirigimos a la barra, donde esperaba Ivana.
-  ¿Dónde estabas? – preguntó esta al sentarme a su lado.
- - Donde me habíais dejado. No lo hagáis más, por favor. Sabéis que me pongo muy nerviosa. – Rogué.
- No volverá a pasar – aseguró María.
- - Más os vale.  
Oye Bea, ¿ese de ahí no es Lucas? – preguntó Ivana señalando algo a mis espaldas.
¿Qué? ¿Dónde? – giré apresuradamente donde está señalando y le veo allí. Rodeado de sus amigos, al lado de una mesa. – Sí. Es él.
- - Salúdale – me animó María.
- - Ni de coña, – saltó la otra – Bea ya se ha recuperado de la ruptura. Además, es un bombón y no tardará en dejar de estar soltera. ¿Verdad?
- - Yo hablaría con él.
- - Pues yo no, – declaré – lo pasé mal y ahora es mi momento. He de estar con mis amigas, con mi familia y abrirme a otros chicos. Lucas es pasado.
- - ¡Esa es mi chica! ¿Bailamos? – preguntó Ivana. María asintió y las dos se fueron a la pista de baile tras decirle que me iba a unir en un rato.

Me fijé otra vez en Lucas. Hasta de lejos se apreciaba lo guapo que era. La primera vez que le vi, su altura le pareció imponente. Y no ayudaban sus ojos grises como témpanos de hielo. Pero luego sonrió y se agitó el pelo castaño y le pareció enternecedor. Empezó a hablar conmigo y yo no me lo creía. ¿Qué hacía el guapísimo mejor amigo de su hermana hablando con una criaja como ella? Pero sí, le hablaba a ella, y se pasaron toda la tarde hablando de libros y de series.

Dejé de pensar en el pasado, en el momento que vi que una chica de su alrededor se acercaba a él y le susurraba algo al oído, señalándome. Cuando nuestros ojos se cruzaron, aparté la mirada e intenté disimular lo mejor que pude. Me acabé el cubata y me levanté, cogí el bajo de mi ajustado vestido rojo y lo baje. Luego, con la cabeza alta eché a andar hacía donde estaban mis amigas. Y todo sin mirar atrás para asegurarme de que me seguía mirando. Cuando llegué al lado de Ivana me tranquilicé, la abracé y justo después empecé a bailar. Me moví como si no hubiera un mañana, meneando mis caderas y agitando mi rubio pelo. Bebí mucho y también bailé con muchos. Y cuando me quise dar cuenta, María ya se había ido con Noel y solo quedábamos Ivana y yo junto a algunos más.

- - Nena, ¿vamos yendo? Esto empieza a estar muerto – me propone mi amiga.
- - Sí. Pero espera, voy a buscar mi abrigo, ¿te traigo el tuyo?
- - Por favor.

Me dirigí hacia el guardarropa y una vez allí, le enseñe el identificador de Ivana y el mío al chico que atendía. Él regresó con los abrigos. Poniéndome el mío di media vuelta y me encontré de frente con Lucas. Agaché la cabeza y empecé a andar, como si no lo hubiera visto.

- - ¿Bea? ¡Espera! – pidió. Le ignoré. – Sé que me has oído, no finjas.

Me detuve de repente y di media vuelta, mirándolo de frente. Clavé mis ojos verdes en los suyos e intenté disimular mi nerviosismo.

- - ¡Eres tú! Te vi a lo lejos pero no podía confirmarlo. Madre mía, como has crecido. ¡Estás guapísima!

-  - Tú también. ¿Qué haces aquí? ¿No estabas en Noruega?
- Sí, pero ya he vuelto. El erasmus solo es un año, ahora estoy aquí, estudiando en la Universidad.
- - ¿Lo sabe mi hermana? – pregunté.
- - Sí. Ya la saludé. ¿Qué tal con tu novio?
- - ¿Novio? ¿De qué me estás hablando?
- - Tu hermana dijo que estabas saliendo con un tal Jesús. ¿No es cierto? – su sonrisa se hace cada vez más grande.
- - No conozco a ningún Jesús. Pero, ¿por qué te lo ha dicho Laura?
- - Ya sabes, a tu hermana nunca le gustó que saliéramos juntos.

Le sonreí, era verdad, siempre que nos veía juntos hacía una mueca y se iba. Llegué a pensar que era porque le gustaba Lucas, pero no, porque estaba saliendo a escondidas con un tal Juan. Sólo era una hermana sobreprotectora.

- - Bueno, entonces, supongo que no hay ningún problema en que volvamos a salir, ¿no? – Murmuró Lucas muy cerca de mí.

Me envolvió la cintura con sus brazos y me estrechó hacia él. Rozó sus labios con los míos delicadamente y al ver que no me aparté, los juntó definitivamente. Le correspondí al beso lentamente, estremeciéndome. Pero de repente, recordé las palabras de Ivana y me separé de él.
- - No, – susurré – de verdad que no. ¿Sabes lo mal que lo pasé cuando rompiste conmigo? Estuve sin comer semanas.
- - Es verdad, no lo hice bien. Pero no creía que lo nuestro fuera a funcionar. Ya sabes lo que dicen de las relaciones a distancia.
- - ¡Podríamos haberlo intentado! Llevábamos saliendo dos malditos años. ¿Por qué echarlos a perder? – noté como una lágrima resbalaba por mi cara.
- - Mira, yo no tenía intención de romper. ¿Pero viste como terminaron Sandra y Luis? No quería que eso nos pasará a nosotros. – Me limpia la lágrima con el pulgar y me sujeta la mejilla con la mano. – Además, estaba tu hermana diciéndome que te haría un favor. Que debías vivir tú último año de instituto al máximo, y yo la creí.

Aparté la mirada y apoyé la cabeza en su pecho. Cerré los ojos y me concentré solo en los latidos de su corazón.

- - ¿Podrás perdonarme? – susurró tiernamente en mi oído.

Estuve largo rato con los ojos cerrados, recordando nuestro primer beso, nuestra primera cita, la primera vez… Y me doy cuenta de que quiero revivirlo, y esta vez, ser plenamente consciente de mi primer amor.

- - Sí que puedo perdonarte – susurré aún con la cabeza apoyada en su pecho.
- - Te quiero, Bea.

Levanté la cabeza y le miré a los ojos.
- - Te quiero, Lucas.

- - Es hora de tomarnos esto como un propósito, ¿no? – Murmuró dulcemente este en mi oreja, estrechándome contra su cuerpo. 

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